sábado, 14 de agosto de 2010

Frapuccino en el Starbucks

fumaba nervioso en la entrada de Starbucks y pense entonces volver hasta la esquina para verla llegar primero por si acaso era fea...

algo retrasada apareció por la esquina contraria de la cafeteria, en jeans y blusa de seda, pelo rubio en melena y enormes gafas de sol

pense sorprenderla pero me contuve y espere verla sentada tras los ventanales, mientras el atardecer incendiaba su cabello y sus largas

piernas se cruzaban con elegancia. Apure mi malboro y aplaste impaciente la colilla contra el cemento; entraría distraido mirando ...

al lado contrario para que pudiera darse un momento ...y entonces giraria para sorprenderla mirándome. Ey, I´m sure you are. dont´you?

nos damos la mano y una sonrisa, no se usa besar la mejilla. Quiero uno largo y negro; ella golosa pide un frapuccino con crema

cuando trajeron mi cafe negro saque la petaca de wishky deje caer un chorillo del etilico elixir, Ella dijo : Tan temprano empiezas ? 

pasamos de describir el sobresalto de la primera impresión a las peculiaridades de las citas a ciegas y avanzamos otro peldaño

pasamos a las declaraciones altisonantes sobre la sociedad y el consumo, la vida y la resurreccion, la metafisica y los egipcios

como hábiles textiles tejimos una opera bien hilvanda hasta llegar a las confesiones y los anhelos latentes y mas profundos 

las horas corrian y el cafe se apoderaba de nuestras venas y el placer se escurria en cada palabra, cada mirada, saturando cada poro

sorpresivamente me dice... es que soy apasionada, intensa y mi esposo es como un bloque de hielo... y me miro esperando una respuesta

hice una pausa para sorber mi cafe y le suelto, tu problema es que buscas sexo oral pero tu esposo no acepta y piensa que es asqueroso

se enderezó en la plateada silla y buscó en sus manos respuestas, aqui me la juego toda, sucumbe ante el atropello o triunfa el recato

tras dar un largo sorbo a su frapuccino lo deja en la mesa y levanta sus ojos hasta desafiarme, y ataca: Si, tienes razón, eso me falta

sin atender una pausa pregunto si su silencio era por imaginarse haciendolo con su esposo, con los ojos cerrados parecias disfrutarlo

saco otro malboro y golpeando el filtro aplasto el tabaco, ella aunque sorprendida por la pregunta, no duda en devolver la estocada 

balancea la copa y sonrie maliciosa. Dice: para nada, te imaginaba a ti. El mesero inoportuno interumpe Señor, aqui no se permite fumar. 

lo miro furioso y ella suelta una carcajada leyendo en mi molestia la realizacion de sus provocaciones. Digo. Pues entonces nos vamos 

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